Escritores Rebeldes realiza la publicación completa de la serie – RELATOS CORTOS DE ZOMBIES QUE SUEÑAN – del escritor colombiano J. Andrés Merchán. Junto a los episodios ya publicados anteriormente traemos el capítulo final de esta historia. J. Andrés Merchán nos regala también el origen de RELATOS CORTOS DE ZOMBIES QUE SUEÑAN.
EL CREADOR DEL CREADOR
Soy J. Andrés Merchán, autor de Relatos cortos de zombies que sueñan, una serie de cuentos encadenados entre sí en forma de episodios en los que narro la historia de Joseph Merchant y de Reggie Murana, personajes que no obstante el peso de la tragedia de perder a sus seres queridos, deberán enfrentarse a la decisión de salvar o destruir la civilización como la conocemos basados en su sed de venganza o el amor por aquellas personas que aún los atan a su condición de humanos.
La historia nace en 2020 cuando, encarando un diagnóstico médico adverso, mi mente encontró refugio en la creación de dos personajes cuyas contradicciones y sufrimiento le daban sentido a la desolación que generaba mi enfermedad, los escenarios en ese entonces solían responder a los desafíos de mi situaciones personales y a pesar de no contener contextos apocalípticos, siempre la dupla Merchant-Murana estuvo ubicada en los límites del espectro de las decisiones.
En el año 2022, la muerte de mi primo-hermano William de Jesús Herrera Álvarez y de mi abuela Victoria Barbosa “Mama Toya” marcaron para mí el punto de inflexión para decidirme a dejar a modo de “evidencia de mi propio paso por el mundo” las creaciones que mi pensamiento necesitaba materializar, y me decidí a escribir de nuevo, allí nació la idea de Relatos cortos de zombies que sueñan.
Posiblemente el ambiente fatídico en que se desarrollan los relatos sean el resultado de la manera en cómo afronté las pérdidas antes mencionadas, sumado a mi gusto por la lectura en la cual el autor no teme “descarnar” a sus creaciones: la tragedia griega y Shakespeare son de mis favoritas.
El libro está lleno de anagramas, metáforas, giros y trampas que espero que el lector descubra y disfrute.
Agradezco a Escritores Rebeldes la oportunidad de presentar por primera vez algo de mi obra escrita, con humildad espero que sea del agrado de todos.
Relatos Cortos de Zombies que Sueñan
EP. 1 – Parte 1
El Creador
¿Acaso estoy muerto? Todo está inundado en lo que parece un inalterable silencio, no siento el roce fresco de la brisa ni el abrigo del sol que a lo lejos parece ajeno, no siento la sangre correr en mis venas. Nada hay que delate movimiento, el vibrar del mundo se detuvo y en el cielo azul se dibujan estáticas algunas nubes que acusan en mis ojos la sombra de un tiempo que ha dejado de avanzar.
No tengo miedo, sería tan absurdo temer como tener esperanza, es curiosidad lo que tengo. Ato los cabos que a duras penas arrebato a mis recuerdos intentando darle sentido a este momento; anoche, una copa bajo el viejo árbol de ébano fuera de mi casa, el opus 9#2 de Chopin dándole fondo a una discusión interna acerca de la naturaleza de mi absorbente trabajo y una llamada, no recuerdo quien llama, mi corazón se sacude, mi respiración se agita, todo se nubla mientras mi cuerpo se precipita hacia el suelo.
Recobrado el sentido, instintivamente llevo las manos al rostro y siento la traza que está dejando el llanto que brota incesante de mis ojos, estoy aún más agitado, veo mis manos empapadas temblar y la desesperanza me invade, ahora lo recuerdo, fue esa llamada y en mi cabeza retumban con insoportable estruendo esas malditas palabras: “Esto tiene que acabar y acabará hoy”. Desesperado miro al cielo y suplico por un milagro, pronto me hallo conjurando maldiciones y lanzando amenazas para acabar por último implorando perdón y suplicando por un nuevo trato, no hay respuesta.
Mientras recuerdo me doy cuenta que no estoy sufriendo, no hay rastro de ese paralizante dolor de anoche, estoy tranquilo, como cuando al despertar de una pesadilla logras darte cuenta que no fue real. “Sería bueno caminar un poco por aquí” me digo a mi mismo mientras siguen inmutables las mismas nubes en ese azul fijo del cielo. Quiero caminar… pero no puedo moverme, mi cuerpo es parte del paisaje inmóvil, y yo sigo sereno.
Aún hay preguntas que recorren simultáneamente mi cabeza, no me importa responderlas, pero aun tengo ese único sentimiento que me acompaña desde que abrí los ojos: tengo curiosidad.
¿Acaso estoy muerto? ¿Ya me hice esta pregunta antes? No puedo responder cuando la quietud y la simultaneidad son el todo.
Como relámpagos que revientan mi cabeza llegan los recuerdos, y recuerdo todo: anoche, ella llama eufórica, suena satisfecha y orgullosa de su plan, tiene a nuestra hija y va a hacerle daño.
Yo he seguido una a una sus instrucciones y he intentado calmarla, se ríe de mi desesperación y disfruta con cada una de las lágrimas que mis palabras delatan. Tantos escenarios posibles recorrieron mi revuelta cabeza en los pocos minutos que corrí aterrado por calles vacías hasta llegar al lugar indicado. La noche le dio lugar a la madrugada y ésta cedió ante los primeros destellos del alba, allí estaban ellas, en el balcón del que fuera nuestro hogar, convertido en un conjunto de recuerdos polvorientos, tenuemente iluminadas por una luz recién nacida que veía en la locura de una mujer la oscuridad que no podría vencer, tres personas allí reunidas para saciar la sed de sangre de un dios que disfruta con la tragedia, tres personas destinadas a morir.
Me acerco lentamente a ellas mientras hablo de los buenos tiempos en que la dulzura del amor nos embriagó, las noches largas de conversaciones profundas y días cortos de intensidad indescriptible y de felicidad, no menciono nada de su descenso al infierno víctima de los errores que llegaron con su enfermedad y mi intento de ayudarla, juro por mi alma que quise ayudarla. La esperanza de tener una familia se desvaneció pronto, no sé lo que pasó en su cabeza perdida en una realidad llena de estrés, violencia y odio que nos trajo a este punto, pero había una criatura en brazos que no merecía lo que venía.
Bajé mi cabeza y lloré mientras escuchaba reclamos furiosos por las circunstancias que impunemente nos habían arrastrado a este momento, ella y yo estábamos condenados a ser monstruos y esa niña no tendría la oportunidad de intentar ser algo distinto a lo que éramos nosotros.
Pude – lentamente y cabizbajo- acercarme hasta un par de pasos de ellas, levanté un poco la mirada para ver en los ojos de mi niña una tranquilidad absoluta, ella me vio y una sonrisa se dibujó durante un breve momento en su pequeño y rosado rostro para darme paz.
Rápidamente volví a bajar la mirada mientras escuchaba las últimas indicaciones: “salta ya¡¡¡”.
Comprendo con dolor que el asfalto que 5 pisos abajo me espera también recibirá tras de mí a la inocente criatura que nada sabe del mundo en que le ha tocado vivir, ¿Qué puedo hacer? Si me acerco más estoy advertido que yo las veré caer, y saltar no cambiará el destino de mi ángel.
Abajo ya hay un grupo de personas que han advertido la situación y entre preocupación y morbo esperan impacientes el desenlace, todo terminará en segundos.
Yo imploro una última vez por la vida de mi niña intentando apelar al amor de madre que aún creo que hay en su corazón, pero lejos de conmoverla, la veo decidida dar un paso al frente y disponerse a saltar. Instintivamente me muevo hacia ellas pero comprendo que no lograré detenerlas, así que he saltado con fuerza en dirección a su trayectoria con intención de interceptarlas en el vacío. En menos de un segundo, me estrello con ellas y por un instante mi cara choca con fuerza en el rostro de quien hasta ese instante fué mi esposa, como si de un beso final de despedida se tratase.
Tengo la intención de abrazarlas a ambas para protegerlas pero en el golpe veo a mi niña desprenderse de sus brazos y quedar más cerca de mí que de ella, como puedo la aferro a mi pecho, la envuelvo entre mis brazos y me dejo libre al destino y a la gravedad. En la interminable caída he abierto los ojos y he visto dibujadas en el cielo azul… dos o tres nubes.
No sé qué pasó después, ya no hay más recuerdos.
Ahora empiezo a tener frío, un zumbido lejano empieza a romper el silencio y de pronto puedo escuchar en medio del alboroto el llanto de un bebé, es mi niña, ese sonido me da paz. La gente grita: ¡“se lanzaron” “la niña aún vive” “ayuda”! Yo escucho pero no puedo hacer nada más que escuchar.
Ahora todo está claro, mis recuerdos y esa curiosidad me permiten responder la pregunta : ¿Estoy muerto? No, no estoy muerto, estoy muriendo.
El cielo azul en su quietud se torna oscuro y poco a poco vuelvo al silencio, no sin antes susurrar desde mi corazón: te amo mi Ángel.
(Del autor) Al día siguiente: Un periódico local cubre la tragedia y en su titular puede leerse en negrilla: PREEMINENTE DOCTOR EN CIENCIAS DEL PAÍS, TRASTORNADO ASESINA A SU ESPOSA, INTENTA MATAR A SU BEBÉ RECIÉN NACIDA Y SE SUICIDA.
Relatos Cortos de Zombies que Sueñan
EP. 1 – Parte 2
La Morgue
Transcripción del audio original proveniente del documento audiovisual creado por el Médico forense Gabriel Pertuz como parte de su informe en el caso de la muerte del Dr Joseph Merchant y su Sra esposa Rachel Tsoura.
Forense: Entrega de informe pericial Médico forense.
Yo, Gabriel Pertuz , con Tarjeta Profesional 869175A, Doctor en Medicina, Especialista en Medicina Legal y Patología Forense, emito el siguiente informe pericial a solicitud del Grupo de investigación Interdisciplinario de expertos designados por la nación en relación a la causa y circunstancias del fallecimiento de la pareja de esposos conformada por el Dr Joseph Merchant y su Sra esposa Rachel Tsoura, mayores de edad y vecinos de la ciudad.
Antecedentes:
En fecha 18 de septiembre de 2017 se practica la autopsia de los cadáveres identificados como perteneciente al Dr Joseph Merchant (de aquí en adelante Sujeto A) varón de 36 años y a Rachel Tsoura de 31 años ( de aquí en adelante Sujeto B), fallecidos horas antes de forma violenta en circunstancias que aún son objeto de investigación.
Generalidades de la muerte: Los sujetos fallecieron resultado de la caída del 5to piso del edificio Orfeo 1. Según los testimonios recabados y las pruebas halladas y documentadas en la escena, el Sujeto A habría impactado de espaldas al suelo abrazando a una menor de edad (según información policial, su hija y sobreviviente del evento) en un intento aparente de protegerla durante la caída. El Sujeto B en golpe directo contra el suelo habría impactado boca abajo y de frente sin tratar de proteger su integridad.
Altura de la caída: se estima la altura de la caída en 45 ft (14mts).
Lesiones: Sujeto A con múltiples fracturas, laceraciones y contusiones en diferentes partes del cuerpo, las más graves se concentran en región craneal, torácica y lumbar, consistentes con caída de gran altura.
Sujeto B: Múltiples fracturas notables en miembros superiores, laceraciones, fracturas abiertas y contusiones graves en región cervical y facial, la concentración de las lesiones indican impacto significativo en la parte frontal de la cabeza en la caída.
Causa de muerte: El sujeto A falleció por traumatismos múltiples y lesiones internas, particularmente en columna vertebral y región torácica.
La causa de muerte del sujeto B se atribuye a traumatismos múltiples con énfasis en las fracturas severas expuestas en región cervical y craneal.
Análisis toxicológico: La muerte de los sujetos puede clasificarse como muerte violenta debido a las circunstancias que rodean los hechos, sin embargo, en el análisis toxicológico se evidencia la presencia de sustancias químicas no identificadas que plantean interrogantes adicionales en torno a la causa subyacente de la caída.
Se ha solicitado a la oficina de contención biológica un análisis de virología y micología urgente para determinar la naturaleza de dichas sustancias que continúan propagándose en ambos cadáveres a tasas extremadamente altas y con un comportamiento del cual no se tiene registro previo ni documentación alguna.
Se ha enviado dicha solicitud con asunto de urgencia teniendo en cuenta el trabajo que con agentes patógenos ha venido desempeñando durante los últimos años desde sus laboratorios el Dr Merchant.
Anotaciones y anexos: En términos generales, los resultados obtenidos después de los procedimientos aplicados en la etapa de análisis forense de los cuerpos del matrimonio Merchant-Tsoura, son consistentes con lo que puede esperarse en este tipo de circunstancias; las fracturas, laceraciones y demás evidencias halladas responden con amplio margen a los datos estadísticos que de estos eventos se disponen. No obstante, tras comprobación de muerte encefálica, confirmada por doppler transcraneal y encefalograma, la naturaleza desconocida del agente químico encontrado en ambos cuerpos es por demás desconcertante e incluso preocupante si es que se demuestra que tiene relación con los detalles que a continuación describo;
1- Los músculos de fibra lisa, que hace algunas horas debieron entrar en estado de rigidez cadavérica, aún se conservan distensionados como si de una muerte recién ocurrida se tratase.
2- La decisión, en un principio, de atribuir el origen de las contracciones motoras espontáneas a la médula espinal, rápidamente fué desvirtuada cuando dichos espasmos fueron detectados también en el rostro destrozado del Sujeto B.
3- El Algor Mortis en el Sujeto A, que se esperaba estuviera en una fase avanzada, no solo está por encima del valor esperado (lo cual no es muy extraño teniendo en cuenta que no hay información previa que niegue o afirme una posible fiebre elevadísima en el paciente) sino que disminuye a un ritmo más lento del previsto, lo cual puede ser un indicador de cierta actividad interna en el cuerpo.
El fenómeno es diferente en el Sujeto B, pues a pesar de que su temperatura está por encima del valor esperado ( lo cual hace pensar que los Sujetos A y B tenían una fiebre que según los cálculos rondaba los 105° Fahrenheit o 41° Centígrados) la disminución progresiva se está produciendo según se espera.
4- Quiero agregar (y confesar) que ésta es la primera vez en 17 años de carrera que me encuentro desconcertado y temeroso, quiero terminar pronto y dejar estos cuerpos que me hielan y me asustan, hace poco, y a pesar de que el reflejo nauseoso en los cuerpos ya fué verificado al principio de este exámen, he decidido dejar un depresor lingual en la garganta del Sujeto A, sabe Dios por qué.
Fin del informe
(Del autor) La computadora sigue grabando: Una de las camillas de autopsia es sacudida bruscamente, el sujeto A tiene lo que parece un espasmo cadavérico repetitivo, al detenerse, el forense se acerca para verificar la situación y asegurarse que la lengüeta está aún bien puesta en la boca del cadáver.
Forense: Por favor, Dios mío, reflejo de Lázaro, reflejo de Lázaro.
El médico forense se inclina hacia el cuerpo inmóvil del Dr Merchant y acomoda con mano temblorosa el depresor lingual. Un sonido leve brota de la boca del cadáver, el forense se acerca y gira un poco su rostro para intentar escuchar pero, antes de terminar de inclinarse, siente como suavemente la lengüeta de madera que recién acomodó en la boca del cadáver cae al suelo, aterrado inmediatamente intenta retirarse de la mesa pero ya no es posible, los ojos blancuzcos del Dr Merchant ahora se fijan directos en su mirada congelándolo mientras sus manos se aferran a su cabello y cuello, forcejean y ambos caen al suelo, el cadáver arriba vomita sobre el forense al tiempo que estrella su cabeza contra el suelo.
Ahora el Dr Joseph Merchant puede moverse libremente y abandona la habitación mientras el Médico forense yace convulso y ensangrentado en el suelo.
(Se necesitará un nuevo forense.)
Relatos Cortos de Zombies que Sueñan
EP. 1 – Parte 3
El Paciente Cero
Debo morir. Esto tiene que acabar y acabará hoy.
Sé que nuestra hija no tiene la culpa de esto, pero morirá también, y todo sucederá no antes de que tú hayas muerto, maldito.
Te amé con la intensidad de las estrellas que estremecen el universo, ví la vida a través de tus pupilas y admiré tus ideas tanto como tus palabras.
Soñé con tus sueños, viví para verte feliz, caminé por el camino que elegiste y fuí también durante mucho tiempo feliz contigo.
Nuestro anhelo se hizo carne en mi vientre y se alimentó de todo el amor que puede brotar de dos corazones felices, sus latidos alegraron nuestros días y los llenaron de esperanzas, fue magia. Pero la magia es en esencia un truco y entonces, sin piedad y sin preverlo, todo cambió.
Un triste día lo supimos; era ella o era yo, solo una de nosotras llegaría al final del camino e inevitablemente tomaría todo de la otra en el proceso. Lo acepté sin dudarlo un instante, mi corazón estuvo listo y mi decisión fue inmediata.
Debiste aceptarlo también, no estoy segura acerca de lo que te cegó, tú dirás que fue tu amor por nosotras, pero yo vi en tu mirada el deseo de tomar la gran oportunidad de tu carrera; curarnos y triunfar más allá de lo que planeabas. De haberte amado un poco menos lo habría impedido, pero tus palabras eran ley para mi corazón.
Y así fue.
Al principio fueron las migrañas, la sensación de bombardeo en mi cerebro, los pequeños olvidos de cosas simples como si desayuné o si apagué la TV. Para ti era normal, debía ser así el proceso de reajuste químico y físico en mí, ese era mi cuerpo ( y tu creación) luchando contra la enfermedad, decías.
Pero pronto perdiste el control y el caos se apoderó de mí, los episodios de ira incontrolable, las violentas convulsiones y la pérdida de conocimiento en estado activo dieron muestra de un tratamiento fallido que amenazaba con destruir a tu esposa y a tu hija no nata, tu solución: aumentar la dosis.
Durante un corto período de tiempo todo pareció ir bien: el embarazo se llevó a término y pude abrazar a mi niña, en el transcurso de algunas semanas la felicidad de ese ángel me hizo olvidar la verdad que escondida me llevó hasta ese momento, esa no era yo besando a mi bebé y esa no era la bebé que yo había engendrado 9 meses atrás. Algo había cambiado en el camino, algo había salido muy mal y ese algo al igual que mi niña quería nacer, pero con deseos de venir al mundo a quemarlo desde sus cimientos.
No hay manera de retroceder y no estoy segura de querer hacerlo, en los momentos en que puedo diferenciar la realidad de la pesadilla sé que debo terminar con todo, soy un monstruo esperando ser libre, soy el virus adueñándose poco a poco de su huésped, soy la muerte tocando a la puerta de la poca cordura que me queda.
Estoy sumida en una profunda oscuridad (de la cual aún no he tocado fondo) en donde habitan bestias espantosas sedientas de carne y sangre, a veces, en mis noches más negras, las he dejado vagar libres como maldiciones errantes, y he hecho mucho daño.
Sabías lo que podría pasar y callaste, pudiste detener esta locura y continuaste, me viste convertirme en éste monstruo y apostaste por una luz que ya no había en mí, me dejaste vivir en esta muerte lenta y nos condenaste a todos. Hoy haré lo que tú debiste hacer y no hiciste por cobarde.
Hoy acabaré con esta aberración y tú irás primero.
¡¡¡Salta ya!!!
Hay un eco en tu voz, me cuesta mucho trabajo entender lo que dices en medio del bullicio que me rodea, ¡Amor de madre?!!! ¡Púdrete, maldito!! Es ese amor el que me mueve, es mi corazón que aunque ya no late no permitirá que éste ángel sufra el destino que escribiste para ella, nunca.
Tú creaste al monstruo que ahora tienes al frente, si no tuviste el valor de detenerlo cuando tuviste oportunidad, te obligare a hacerlo en este instante.
Del autor: Desde el balcón del 5° piso del edificio Orfeo 1, una mujer llamada Rachel Tsoura con su hija en brazos se ha lanzado al vacío. Un hombre cae también intentando protegerlas. Invisible e irreconocible en medio del desastre de vidrios rotos, una ampolla quebrada ha dejado de contener lo que debía contener. La multitud chismosa que desprevenida rodea la escena aun no lo sabe, pero ya están muertos. Las bestias al fin verán la luz.
EPISODIO 2
EN EL CAMINO
Caminar sin rumbo es la tarea más difícil que hice en toda mi vida, desprenderse de la naturaleza predictiva del ser humano para aventurarse en las inexactitudes del azar requiere de una desconexión total de la realidad. Las penas y alegrías del pasado desaparecen llevándose consigo las esperanzas en el futuro y la identidad se diluye en cada paso firme que se da hacia el camino.
Y allí estaba yo, con un gesto idiota en el rostro parecido a una sonrisa, harapos deshechos y mal puestos que habían ya perdido su color, con la piel quemada por el sol y mis pies descalzos negros de mugre para hacer juego con el resto de mi persona.
Hace solo un mes era alguien diferente, no mejor, solo diferente, atareado en los afanes del trabajo y la familia, distribuyendo mi tiempo entre la hora de despertar para correr a la oficina a anhelar la hora de salir para llegar a casa y tratar de disfrutar un poco con la poca fuerza que deja la extenuante jornada, para luego dormir temprano y repetir el ciclo cada día, cada semana.
Llegar a este punto no fue una opción, fue una necesidad, si quería vivir debía levantarme y a pasos temerosos tomar camino… hacia ningún lado.
En otro momento habría renegado de mi situación actual, habría hecho lo necesario para librarme a toda costa de este estado de miseria y abandono, pero mientras recorro ésta calle no tengo más necesidad que continuar caminando, eso… hasta cuando mi apetito corona como prioridad mi alimento por sobre todas las cosas, y cuando eso sucede recurro a la gente que encuentro en mis recorridos, a pesar de que no son muy amables en sus palabras o sus tratos, ayudan a calmar mi angurria. Jamás he sabido, desde que todo esto empezó, lo que es la saciedad.
En su gran mayoría la gente huye despavorida de mí y con justa razón, yo lo haría igual, no hay una posible interacción positiva entre las demás personas y yo, nada bueno saldría de eso.
Sin embargo no me importa, hago lo que debo y sigo caminando, tengo mis ojos en el asfalto y mi único objetivo es dar un paso más, y luego otro, y otro más después de ese, hacia cualquier lugar.
Veo la gente correr al tiempo que parecen gritar algo, pero no logro entender lo que gritan, pobres almas a quienes les atormenta el mundo, vivir en una realidad que aterroriza a cada instante es de locos irreflexivos, es justo por eso que estoy en el camino desde no se cuándo, es justo por eso que sigo aquí hoy, casi siempre tengo mis manos levantadas para sentir el calor del sol, mi mal dibujada sonrisa es prueba de mi paz y mis pasos lentos son producto de mi nuevo ser. No obstante y sin reparo, algo irrumpe fuertemente y altera esa paz de mi existencia, me veo girar sobre el pavimento sin control y un segundo después percibo como cada parte de mi cuerpo se azota despiadadamente contra la banqueta, intento reincorporarme pero el daño es grave, mi pierna izquierda desecha es símbolo del final de mis andanzas, mi brazo desplazado hacia atrás del omoplato sumado a mi mandíbula hecha pedazos son mi fin, sin embargo no soy consciente de ello, no soy de los que se rinde fácilmente así que procuro arrastrarme apoyado en la parte derecha de mi cuerpo, creo que puedo lograrlo.
Escucho en la cercanía a alguien gritar, dice con voz alarmada y colérica: “! aún vive!” “Hagan algo”. Con gran dificultad giro mi cabeza maltrecha para advertir que el automóvil que me arrolló hace unos instantes se dirige acelerando de nuevo hacia mí, no sobreviviré esta vez pero nada robará mi paz, entre lo que cuelga de mi cara que antes fuese un mentón y lo que aún queda de mi boca he querido dibujar una sonrisa, y sí, allí yacía yo, con un gesto idiota en el rostro parecido a una sonrisa que ha quedado pintada en la llanta izquierda del auto aquel.
(del autor) Nota final, 15 días después: La OMS declara formalmente el inicio de la cuarentena total obligatoria debido a la pandemia provocada por la mutación del hongo Ophiocordyceps Zm813, la gente lo conocerá en el futuro como el “virus zombie”.
EPISODIO 3
REGGIE MURANA
Reggie Murana será el asesino más despiadado de su tiempo, y hoy comienza su carrera.
Ha dormido muy poco durante las últimas noches atormentado por los recuerdos, no obstante, está alerta y listo para que el sol sea testigo de su leyenda.
Aislado y en silencio ha estado maquinando nuevas y creativas formas de liquidar a quien sea necesario y ha planificado cada posible escenario para evitar contratiempos o errores.
No dudará en tomar acción y no habrá reparos en color de piel, sexo o edad de aquellos que habrán de sucumbir ante su decidido carácter.
A pesar de su desprolija presentación lleva consigo todo lo necesario: un arma automática de culata corta y un rifle cuelgan a lado y lado, en su cintura lleva una Glock y 4 cargadores repartidos en los bolsillos de su chaqueta negra, un puñal escondido atrás del pantalón completa las herramientas suficientes con las que nuestro personaje va a teñir de rojo el día de hoy.
El sol se ha levantado ya sobre el suburbio donde vive Murana indicando la hora de empezar. Con precaución mueve la cortina de su ventana para verificar la situación afuera; está despejado y puede salir.
No se molesta en cerrar de nuevo la puerta pues no espera volver vivo, su atención se centra en no ser descubierto antes de tiempo.
Las calles están desiertas, así debe ser, Reggie camina a paso lento pues sabe que la soledad pronto será interrumpida, han pasado 8 minutos desde que salió de casa y ha recorrido 3 cuadras hasta llegar a la intersección en donde se ha detenido y ha tomado posición.
Sus pupilas dilatadas, su respiración controlada y la calma generalizada hacen que ésta persona sea un certificado de muerte seguro para el desprevenido transeúnte que acaba de aparecer al otro lado de la acera.
Murana no se arriesgará a fallar, su primera vez ha de ser perfecta, toma el rifle y con absoluta serenidad ha presionado el gatillo, la bala ha impactado en la sien derecha del primer objetivo. El orificio de entrada, pequeño y limpio, contrasta mucho con el enorme destrozo producido al salir por el hemisferio izquierdo del cráneo. Sin percatarse apenas de nada, la primera víctima cae desplomada.
El sonido del disparo irrumpe en el silencio de las casas vecinas, algunas cortinas disimuladamente se entreabren, pero parece que nada se interpondrá en el camino de Reggie Murana.
Ahora no hay necesidad de caminar lentamente ni ocultarse, hay que avanzar pronto, nuestro recién graduado asesino comienza ahora su verdadero camino a la fama. A paso firme y decidido ha llegado pronto a la avenida principal e inmediatamente encuentra lo que vino a buscar; decenas de almas recorren el camino y hoy el pavimento se convertirá en su tumba. Sin detenerse ha tomado a dos manos la automática y a discreción ha comenzado a repartir la munición con efectividad abrumadora gracias al hermoso don de la buena puntería que Dios le dio.
Van cayendo uno a uno, ancianos y niños, blancos y negros, todos son iguales ante la potencia irreversible de las balas.
Murana camina entre los cuerpos tirados en el suelo, la Glock en una mano y el puñal en la otra, la verificación es esencial cuando se trata de asesinar y en el repaso encuentra 7 heridos que pronto dejan de serlo. 26 cadáveres yacen allí, “Buen trabajo” (se dice a sí mismo Reggie Murana) pero aún no es suficiente.
Revisa su arsenal y aún queda poco más de la mitad de la munición, aún falta trabajo por hacer y con decisión avanza en busca de un grupo aún más numeroso.
La adrenalina y la euforia se apoderan de Murana cuando descubre que hay más personas frente a él de las que puede contar, no hay tiempo de dudar, cada paso al frente transforma proyectiles en cuerpos que azotan el suelo, el olor a pólvora se mezcla con el de la sangre y los sonidos de la vívida respiración de Reggie se entretejen con los de la agonía de sus víctimas.
Reggie es un joven de solo 17 años que lo ha perdido todo, es uno de los sobrevivientes del incidente del Crystal Plaza en el que murieron despedazados todos los miembros de su familia.
Jamás antes de ese día habría pensado en tomar un arma y definitivamente jamás habría pensado en asesinar a nadie, pero hoy no es ayer y Reggie no es el mismo Reggie de entonces. Ahora hay un atisbo de sonrisa y satisfacción en cada cadáver que deja tras de sí. Hace varios cuerpos que ha dejado de contar, pero la cuenta sigue en aumento.
El rifle está en el suelo y el puñal quedó trabado en el parietal del desafortunado que hace 3 segundos estuvo en el camino de Murana, aún queda la automática y la Glock, aunque ambas con muy poca munición.
No va a haber marcha atrás hasta acabar con la última bala y con la última alma, Murana quiere morir haciendo lo que está destinado a hacer, no obstante, el deseo de Murana no se cumplirá.
Nadie advierte que, 200 metros en dirección norte, un automóvil policial se dirige rápidamente a la posición del chico, y teniéndolo al alcance, en un ejercicio de sincronía casi perfecta tres personas han salido sin que el auto se detenga, han sujetado a Murana, lo han subido al carro aún en movimiento y han tomado rumbo desconocido.
La matanza al fin ha terminado, saldo total: 78 cadáveres tirados en 6 calles.
Nadie sabe a dónde llevaron a Reggie Murana, pero pronto se conocerá su historia.
(Del autor) Al siguiente día: En la internet y la radio comienza a hacerse viral una noticia esperanzadora, un valiente joven, en solitario, ha sido capaz de acabar con 78 caminantes.
EPISODIO 4
LA MASACRE DEL CRYSTAL PLAZA
“Lo ocurrido es una verdadera tragedia. Se están tomando las medidas necesarias en coordinación con un grupo especial de investigación policial para dar con el paradero del responsable”: afirmaba el director de relaciones públicas del centro comercial Crystal Plaza refiriéndose a lo ocurrido en el día anterior en el que 9 personas, incluyendo 4 de una misma familia, habrían fallecido horriblemente dentro de sus instalaciones.
Cada fin de mes, como era ya tradición, la familia Murana destinaba un día a la recreación y al esparcimiento, preferentemente en lugares que ofrecieran experiencias nuevas para compartir en grupo.
El turno de este mes fue para la exposición gastronómica inmersiva del Crystal Plaza, las reseñas eran maravillosas y la experiencia parecía inolvidable (lo sería para uno de ellos).
Todo preparado, los padres motivados y sus tres hijos listos en el auto; la pequeña Julie, Marcus y el mayor Reggie. Todos en camino con la ilusión de tener un día especial.
Todo es hermoso al llegar, la temática invita a la creatividad y todo está dispuesto para que los niños jueguen y disfruten, los padres de igual manera se dejan llevar por la diversidad de aromas y sabores, el día es perfecto.
Reggie es un adolescente difícil de complacer, la efusividad no es su fuerte y prefiere alejarse un poco de su familia y refugiarse en su teléfono como la mayoría de los chicos y chicas de su edad.
Le alegra ver a su familia feliz pero no está muy interesado en ser parte del bullicio del momento, desde la parte externa del sitio preparado para la muestra gastronómica les indica a sus padres que tiene un asunto importante al teléfono y debe atender, quizás alejarse un poco será mejor.
Dispositivo en línea, earpods conectados y volumen al máximo serán la combinación perfecta para que Reggie no se percate a tiempo de lo que pasará a unos metros de donde se encuentra sentado.
La familia se divierte en su día, les causa gracia especial el ajuar proporcionado a los niños en el evento: El mandil es precioso, blanco con mangas tres cuartos coronadas en negro, doble hilera de botones grandes dorados y cuello corto y recto, ese icónico gorro alto plegado de chef y dos toques de harina blanca en las mejillas llenan de sonrisas y te quieros la ocasión.
El evento es un éxito y el sitio está a reventar, es difícil diferenciar las voces entre el ruido de la multitud, quizás por eso los Murana no tuvieron tiempo suficiente para reaccionar a la tragedia que iba en su búsqueda.
Las cámaras de seguridad del Crystal Plaza tienen el registro detallado de lo ocurrido.
5:54 pm: A la entrada B1 del centro comercial llega lentamente el sujeto, cubierto con harapos desechos a los que no se les distingue el color, la piel parece quemada por el sol y está descalzo, ha subido por la rampa para discapacitados y sin mediar palabras se abalanza con extrema violencia sobre el guarda de seguridad, lo tumba al suelo y estrella su cabeza con tal fuerza contra la baldosa que el cráneo ha cedido a la presión y parte del cerebro queda esparcido alrededor del cuerpo inmóvil.
Una gran cantidad de personas presencian la aterradora escena e inmediatamente huyen en dirección a las salidas B2 y A2 que se encuentran a aproximadamente 15 metros de distancia, los guardas de las otras puertas no pueden contener a la gente que huye. No se han activado aún las alarmas.
5:56 pm; El atacante ha llegado a la parte interna del centro comercial donde se lleva a cabo la exposición gastronómica y en donde aún no se enteran de lo sucedido, su presencia es inmediatamente advertida por el organizador del evento quien se acerca a exigirle que se retire, parecen forcejear unos segundos hasta que ambos caen al suelo y se ve al intruso destrozar el cuello de quien se convierte en la segunda víctima.
Mientras se pone en pie, los asistentes al evento están intentando huir de la sala, solo hay dos salidas y por una de ellas va entrando el perpetrador, la familia Murana está en la peor situación posible, han quedado arrinconados a merced del destino, y observan como una pareja de ancianos luchan en vano por sobrevivir, ambos sucumben rápidamente ante la contundencia del agresor.
5:57 pm; Las alarmas suenan en todo el centro comercial, se ve al hijo mayor de la familia, Reggie, levantarse alterado y tratar de acercarse al lugar donde se encuentran sus seres queridos, su madre desde la distancia lo detiene con un gesto. El atacante se dirige decidido hacia la pequeña Julie e inmediatamente el padre se interpone en su camino, la lucha es muy desequilibrada. Sometido en el suelo, boca abajo y con una herida abierta en la que, cúbito y radio han rasgado la piel del brazo derecho, el Sr Murana ha sido decapitado, suerte similar le sobreviene segundos después a la madre.
5:59 pm; los pequeños niños están inmóviles frente a su verdugo, sin resistencia alguna, Marcus y Julie mueren desmembrados mientras los guardias del centro comercial desenfundan sus armas desde las entradas a la sala de eventos.
6:00 pm: 15 disparos se produjeron antes de la huida del atacante, quien sin vacilación fue directo hacia los guardas que le disparaban, produjo fractura craneal a una de ellos y asesinó a otro empalándolo contra los vidrios del almacén que estaba tras de él.
6:01 pm: puerta B2, el individuo abandona el lugar rumbo al puente intercambiador de oriente, la luna llena, en la distancia, corona sobre su cabeza en el último fotograma.
(Del autor) Al día siguiente del ataque: el análisis forense del sitio donde fallece la familia Murana arroja como resultado un dato insólito; de los 15 cartuchos disparados, al menos 4 han impactado directamente en el agresor.
EPISODIO 5
LA MUERTE DE UN HIJO
Debí dejar que te marcharas cuando aún había oportunidad de hacerlo, debí haber aceptado el final cuando tu voz pausada y tierna quiso darme consuelo con amorosas palabras de despedida.
Debí ser yo en tu lugar…
Condenada a seguir viviendo, cargo con el peso de los recuerdos que doblegan mi debilitado cuerpo. Mis ojos te ven en cada paso que doy hacia la eterna tormenta de mi culpa.
Soy un espectro sumergido en sus propios recuerdos, un cuerpo sin espíritu que camina cansado en la inmensidad de esta sala, una sombra opaca que busca descanso en el abrazo de la muerte y no lo alcanza.
Soy el deseo de ser nada…
Me alimento de mi propia carne mientras un reflejo de tu cuerpo se tiñe en mis blanquecinas pupilas. Te veo conmigo en la sala y quiero llorar, mas ya no me quedan lágrimas que derramar ni palabras que pronunciar, solo queda este dolor que condena a dos cuerpos a estar perdidos y solos, destinados al olvido y al polvo.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde ese momento en que dejé de ser yo para ser esto que aborrezco. A veces, como relámpagos, llegan imágenes de una vida anterior a ésta, la vida de una madre feliz que descansa en el regazo de una familia unida, es un flash que me sacude con fuerza durante el instante en que la ensoñación se apodera de mí.
Solo espero el fin del tiempo sumida en este letargo constante y esta oscuridad en la que estoy desde el día en que por última vez te tome en mis manos.
Hoy intentaré llorar una última vez e intentaré una vez más pedirte perdón.
Súbito y violento, un golpe en la puerta rompe con el absoluto silencio de mi estancia, un rayo de luz se cuela por el pequeño hueco que ha dejado el pedazo de madera que acaba de astillarse, y poco después, tras la completa caída de la puerta principal, toda la miseria de mi existencia se descubre acusada por la claridad del día. Alguien ha entrado y escudriña todo poco a poco con su mirada, como buscando respuestas en medio del desastre que hay envuelto en estas paredes. Yo, inconsciente de mi desventajosa posición intento alejarlo: “Aléjate de mí y de mi dolor” quiero gritarle, no obstante solo quejidos grotescos brotan de mi garganta reseca.
Camina con desdén hasta el escritorio, levanta y acomoda una vieja silla que encuentra allí tirada a medio lado, toma en sus manos algunas hojas y lee. Durante un interminable momento ha permanecido inmóvil, parece conmovido por el contenido de las notas halladas, desvía su mirada un poco a la derecha y se inclina con pesar, yo lo veo atónita tomar a mi hijo en sus manos y reviento en furia, he gritado tan fuerte como la desesperación me lo permite, e inmediatamente su mirada se ha clavado inquisitiva e inclemente en mi mirada, hubo un largo silencio y quietud. Al levantarse del lugar fue todo muy claro en un instante y pude reconocerlo, es apenas un poco menor que mi hijo, demasiado joven aún para cargar con el peso de una realidad tan abrumadora, es el hijo mayor de la familia que vive en el primer piso del edificio; Los Murana (pobre gente). Sin dejar de verme, me habló suavemente mientras sostenía en sus manos aquellas hojas sueltas y se acercó a mí.
Cada paso al frente fue una mezcla de ternura y odio, de piedad y terror que encendió su mirada hasta que llegó hasta donde yo estaba.
Yo no lucharé más, estoy cansada y sé que él lo sabe, necesito la paz que solo puede venir de su misericordia. Esa luz que hace un instante rompió la noche interminable en que yo existía como un ente, será mi camino a la paz que esquiva se me ha negado hasta hoy.
Ha sido muy amable conmigo, lentamente me ha dedicado algunas palabras y ha traído hasta donde estoy la notas que halló en el escritorio apretadas entre los versos de mi viejo libro de poesía, ha señalado a mi hijo y después de eso se ha despedido de mi con el único obsequio que he estado anhelando últimamente; De su chaqueta negra ha sacado un arma, la ha apuntado a mi cabeza y, como saeta, una luz incandescente le abre camino al proyectil que en forma de piadoso verdugo me traído al fin paz.
Mezclada con la sangre que brota de mi frente, una lágrima logra resbalarse por mi rostro, perdóname, hijo.
(Del autor) Reggie Murana está de nuevo en las calles y busca un equipo, Billy, su vecino, mejor amigo y primera opción ya no será parte de éste.
EPISODIO VI
LA MUERTE DE UNA MADRE
Día 1: Tengo miedo de escribir acerca de la muerte de mi madre, no por como fue, sino por cómo será.
La he visto los últimos días deteriorarse a un ritmo tan acelerado que agota y hace inefectivo cada intento médico de ayudarle.
Sus ojos esmeralda han perdido el brillo y sus cabellos hechos de sol se tornan grises como nubes presagiando la tormenta.
Camina con dificultad y tropieza constantemente con las cosas, la tomo del brazo y suavemente la conduzco a su silla favorita, le doy un beso en la frente y me dispongo a leer para ella con voz pausada y tierna, un poco de la poesía que tanto le gusta, hasta que dormida distensa sus músculos y descansa.
Su mano aún tibia cuelga de la silla y yo sentado en el suelo la coloco en mi rostro para darme abrigo. Sé lo que está ocurriendo pero me niego a aceptarlo.
Día 2: la situación empeora a cada instante, y mi madre, paciente y amorosa, solo puede de vez en cuando mirarme con esa dulzura que solía.
Su cuerpo encorvado por el dolor no reacciona a ningún medicamento, los espasmos se convirtieron en convulsiones que aparecen de la nada y su voz suave ahora es un conjunto de sonidos lastimeros inentendibles, intento infructuosamente calmarla pues en su estado de angustia no logra escucharme, se lleva las manos a la cabeza halando con fuerza sus cabellos mientras intenta articular sus gemidos para que suenen como palabras, la he abrazado fuerte contra mi pecho y en voz baja al oído le he susurrado lo único que le ha dado calma por un instante: “te entiendo mamita, lo haré” ella levanta su cabeza durante un instante y me da una mirada de paz, en ese momento ha descansado, no obstante la calma se interrumpe bruscamente con una nueva convulsión que la azota contra el piso de madera causando una herida en la frente, he tenido que sentarla a la fuerza en su silla para que no se haga más daño.
La noche trajo consigo la fiebre, y la fiebre trajo consigo la euforia y la violencia, mi madre está irreconocible, sus movimientos pausados y débiles se han transformado en una serie imparable de esfuerzos por librarse de la silla (a la que he tenido que atarla), su mirada amorosa ahora se torna en fuego que odia y desprecia, y sus manos tibias son un témpano de hielo que no dudaran en estrangularme en el primer intento. Yo a su lado, lloro profusamente. Intento entender la situación, comprendo el sufrimiento y mi amor por ella no me permitirá dejarla sufrir más.
Día 3: A las 3:11am mi madre ha muerto.
Las primeras horas de la madrugada trajeron el infierno y mi madre se quemaba en él, su cuerpo enrojecido como incendiada por el sol comenzó a llenarse de llagas, que junto a las convulsiones, destrozaban de a poco el maltrecho cuerpo, los gritos incesantes y la lucha por soltarse daban cuenta de una energía inexplicable que no era reparadora, sino destructora.
Yo, entrado en ese momento en un estado de letargo, he ido a la cocina por una jarra con agua, una toalla y el libro de poesía que el día anterior había dejado sobre el mesón. Al regresar, me ubique al lado izquierdo de la silla, empapé la toalla en agua y desde arriba dejé que las gotas cayeran en boca de mi madre mientras leía para ella a Amado Nervo;oh Dios, me quiso mucho…!
Su euforia se detuvo en ese verso, su mirada somnolienta se fijó en mi mirada, y en un gesto de amor y paz ha cerrado los ojos como indicando el momento. Yo tomé de nuevo la toalla, la sumergí completamente en el agua e inmediatamente la puse firmemente en el rostro de mi madre, no hubo lucha, su respiración al poco tiempo se detuvo y con ella su agonía, en el último instante tomé su mano con la mía, y tras apretarme con fuerza, su vida se apagó entre mis dedos.
Despunta el alba mientras escribo esta nota y mi madre está en paz, he quitado las correas y he limpiado sus llagas, ahora solo queda esperar por la
(Del autor) 2 horas después de la muerte: Del cadáver que reposa en la silla con las manos entrelazadas, el dedo meñique izquierdo se ha movido. Segundos después, envueltos en un velo blancuzco los ojos se han abierto y han fijado el camino, el cuerpo encorvado, levantado de la silla, se dirige a un joven que concentrado está de espaldas escribiendo sobre una mesa y que no se percata de la situación. Rápidamente llega a él y con fuerza desproporcionada ha roto su cuello en un solo movimiento, ninguno sabe qué ha pasado. Ahora en la casa hay 2 cadáveres.
EPISODIO VII
MATAR AL CREADOR
(Del autor) : Dormir es una tortura para Reggie Murana. El recuerdo de lo ocurrido en el Crystal Plaza le atormenta y la imagen de la sangre y de la carne desgarrada de su familia lo hunde aún más en la desesperación y en la sed de venganza.
Las pesadillas son recurrentes y en ellas siempre hay un elemento perturbador que Reggie deliberadamente ocultó a las autoridades : Él conoce al perpetrador.
“Hay una bala guardada esperando por ti.
Tu legado debe ser destruido y tu historia recordada
solo para evitar caer en los errores del pasado,
tu perfección solo trajo aniquilación y ruina.”
El equipo de Reggie Murana está conformado y listo, 4 almas perdidas cuyas mentes destrozadas por la tragedia y la soledad conforman el perfecto grupo de asesinos:
Lucille Ariel Tessot, 26 años, su esposo fue masacrado delante suyo en el evento de la primera horda, ella embarazada y malherida logra escapar, pero pronto, y producto de sus lesiones ha perdido a su pequeña criatura aun en su vientre. El feto sin vida de 26 semanas se abrió paso entre las entrañas de Lucille bajo el puente intercambiador del norte y la imagen aterradora ha quebrado su razón, ahora sólo busca reposo en la venganza y en su propia muerte.
Paul Satel, 19 años, tras el fallecimiento de sus padres una década atrás en un atraco a mano armada, Paul Satel quedó en custodia y cuidado de su única tía, quien tras haber sido infectada e intentar atacarlo, ha resultado muerta por un cuchillo atravesado en la sien que el mismo Paul ha incrustado en ella. La tía, al igual que la cordura del chico, yacen enterrados en el jardín trasero de la casa.
Roberto (Bobby) Costares, 16 años aproximadamente. Bañado en sangre, en shock y con un machete en sus manos con el cual decapitó a una docena de infectados, fue rescatado por Reggie Murana en medio de los cuerpos descuartizados justo antes de que una nueva horda llegara a él.
No se sabe mucho del muchacho pues habla muy poco, sin embargo, según su relato, parte de la sangre que le empapaba cuando fue hallado era de sus tres hermanos pequeños a quienes él cuidaba y a quienes tuvo que asesinar. Nada se sabe de su procedencia, no habla de sus padres.
Su determinación y arrojo al momento de realizar incursiones lo han convertido en la mano derecha de Murana.
Nicholas Piersemand Brown, 22 años, estudiante de último año y promesa del deporte. Durante el último permiso de visita a su casa natal con ocasión del festejo de los 25 años de casados de sus padres, llegó en compañía de su mejor amigo quien, por desgracia, infectado, masacró a su familia mientras Brown salía por algunos aperitivos para la preparación de la celebración. Ante la imagen de lo sucedido, Nick brown ha destrozado a puño limpio el cráneo del que minutos antes fue su mejor amigo, ha colocado los cuerpos de sus padres en su cama y se ha quedado inmóvil frente a ellos durante toda la noche, en la madrugada, ha prendido fuego a su casa y ha decidido usar todos los recursos de los cuales dispone en busca de respuestas que le brinden sentido al caos actual y le den oportunidad de tomar venganza.
Todos buscan lo mismo, todos anhelan venganza y están decididos a dar su vida por lograrlo, Murana no solo es su líder sino la fuente de información necesaria para lograr su objetivo, él sabe qué deben hacer y dónde deben buscar, tiene claramente definida la meta: acabar con el origen del “virus zombie” y ese origen tiene un nombre que Murana conoce bien.
Cada uno de los miembros del equipo está listo, cada decisión los acerca a su propósito, cada cuerpo inerte que dejan en la calle es un paso más que los acerca al final de la pesadilla, cada uno de ellos está motivado exclusivamente por una idea y esa idea los mantendrá unidos y enfocados, esa idea tiene verbo y destinatario: “HAY QUE ASESINAR A JOSEPH MERCHANT”.
La ciudad ha entrado en caos en solo algunos días, desde lo sucedido con la primera horda no paran de aparecer nuevos infectados y a pesar de lo que parece, no hay aleatoriedad en ello, es un caos controlado, nadie sabe por qué o por quién, nadie se ha percatado de la conexión. Si tan solo Reggie lo hubiera dicho a tiempo, todo tendría sentido, pero ahora ni siquiera él sabe lo que subyace en este desastre, él no se imagina que alguien lo busca.
El grupo quiere matar a Joseph Merchant , sin embargo, no tienen idea de que él destruirá la ciudad con tal de encontrar y matar a Reggie Murana.
Ambos cazadores, ambos presas. Ambos acompañados de asesinos a quienes no les acusan dudas ni miedos…y un solo olor en el aire:
Huele a muerte.
AUTOR: J. ANDRES MERCHAN (COLOMBIA)
© DERECHOS RESERVADOS AUTOR (A)
Nací en Río de Oro -Cesar- en 1981, a 10.300 kilómetros y casi 2.500 años después de donde y cuando debería, crecí en el seno de una familia numerosa y muy unida, inclinado al arte desde joven, he encontrado en la música y la escritura una ventana de oportunidad para librarme del peso de las extraordinarias tonterías llevadas a cabo en una vida llena de alegrías y derrotas. Fui asesinado a principios de 2015 y vuelto a la vida en agosto del mismo año, tiempo aprovechado para componer un par de canciones y escribir unos cuantos versos para añadir a un buen compendio que estoy casi seguro de que al menos a mi madre le gusta.
Relatos cortos de zombies que sueñan es una crítica a la visión cerrada del mundo, son narraciones que cambian su significado y contexto depende de la perspectiva del lector, es una invitación a leer dos veces el mismo escrito y entenderlo de dos maneras diferentes.
Es un engaño disfrazado de libro.