EXFOLIACIÓN
POR:FLORENTINO BORRAS
MAB – Museo a Cielo Abierto (Bogotá – Colombia)
Titulo – Deja La Vida Volar
A.K.A: CORREA
Lugar: Calle 26 con Carrera 10 – Costado Norte
Técnica: Aerosol y Vinilo – Muralismo e Ilustración
19/03/2036 – 08:00 p.m.
Calurosa noche que se perpetua en las venas de estos tiempos anárquicos y en nuestros corazones de niños descarriados. En la soledad de esta oficina donde testifico un pavoroso espectáculo de tinieblas, evoco cada palabra y acorde de la canción We Didn’t Start the Fire, que Billy Joel, canta aletargado dentro de una casa suburbana hecha de cartón que fue levantada en un estudio de California, y asumo, debió ser tragada por el tiempo y el miedo a hundirse con sus recuerdos de estrellas cinematográficas y promesas fugaces de la actuación, en un mar de silencios. La única conclusión que llega a mi cabeza cansada de tanto ver y callar por comodidad es que, sin quererlo, fuimos los hombres, no los dioses o sus demonios asociados, quienes propiciamos el apocalipsis, quienes iniciamos el fuego.
Púrpuras nubes cubren el transcurrir de una especie bípeda que duerme tristezas metiéndose entre el flujo de veloces carriles llenos de información absurda que les avejenta el rostro. Cielos que, gracias a fosfatos y gases, a combustibles fósiles y metano proveniente de las heces de millones de vacas, se muestran llenos de fuego y donde la lluvia, que desde el inicio de los tiempos multiplicó la vida, ahora cae como un ungüento exfoliante para los suelos ya estériles por los sulfuros que la colman.
La tierra, hasta hace veinte años productora generosa de alimentos, el fondo marino donde la existencia parecía ser eterna, se volvieron eriales en los cuales las huellas de la muerte dejaron de ser amenazas para transformarse en realidades. El hambre, la más dura de las consecuencias del cambio ambiental, golpeó las puertas de hogares en cada continente, país y vecindario. El pedazo de pan que antes se desechaba es ahora valiosa posesión defendida con la vida.
La avaricia de unos pocos, la falta de carácter de la mayoría, que nos dejamos imponer demenciales políticas de explotación de recursos sin siquiera chistar, nos tienen donde estamos. Cambiamos el aprovechamiento racional de lo que los suelos nos dieron por el placer de disfrutar de juguetes que nos ataron a sus caprichos: teléfonos que resultaron más “inteligentes” y contaminantes que nuestros escrúpulos, autos que triplicaron el número de hombres que habitamos el planeta, toneladas de alimentos procesados para saciar ansiedades y no hambre, vestidos desechables que encubrieron pobres autoestimas, implantes mamarios estallados entre cuerpos sin mente, fábricas y chimeneas que infestan los países del tercer mundo elaborando basura que hoy no podemos comer… ¡Maldita necedad!
Sea como sea, no es tiempo de lágrimas. Hoy 19 de marzo de 2036, la humanidad cruzó la delgada línea que puede determinar el renacimiento casi heroico de una especie o su extinción. Esa es la decisión que se nos planteó como grupo y como individuos. Hoy 19 de marzo de 2036, el sistema vital gritó «basta,» y aceleró su proceso de muerte. La biósfera se reveló contra el abuso sacudiéndose unos parásitos y sus desenfrenos con crueldad, temblando, cauterizando, ahogando, negándose a producir bienestar. Ese fue el premio para la sorda humanidad.
Las calles plagadas de tragedia se llenan de dolor y desgobierno; la ley del más fuerte fue cambiada de facto por las reglas del desalmado, del antisocial, del sicópata… Los hombres conscientes piensan soluciones, los malos actúan, los omisos callan y su silencio no es sino renuncia disfrazada.
Me niego a caer en apatía. He decidido luchar por preservar mi alma, por proteger a la mayor cantidad de gente que juré defender cuando fui nombrado su soldado. Me confieso defensor acérrimo de la negación del azar como camino y propongo a quien quiera sumarse a apostar por la construcción de nuestro propio destino así este no tenga mayores posibilidades. Llegamos hasta esta noche de cielos rojos y caos por dudar, por dejar que otros decidieran… Soy soldado para iniciar una ruta, para guiar, no para recaer en un error que nos condene al extravío que nos hundirá como especie. Tengo que luchar, no hay opción…
19/03/2036 – 04:00 a.m.
Con o sin razón, fuimos siempre criticados por muchas personas durante siglos; asesinos a sueldo nos llamaron de manera despectiva a los combatientes desde que tengo memoria. En esta madrugada, cuando el estado dejó de serlo, somos los soldados quienes guiamos a los que vuelven a honrarnos con su confianza. Tras los acontecimientos que afloraron anoche fuimos nosotros, no aquellos que se adueñaron del mundo, financistas, políticos, criminales y omisos, los que le pusimos el pecho a la brisa,
Después de la lógica zozobra, nos unimos para coordinar acciones urgentes, dividimos responsabilidades y reiteramos que lo que imperaría en esta misión de resultado incierto, sería el liderazgo, no el caudillismo inútil. Militares y policías evitarían a toda costa saqueos, la especulación de agua y alimento, delitos paridos en las escaseces. Los funcionarios del sector salud honrarían sus juramentos, los encargados de la sanidad enterrarían a los muertos, despejarían calles para que la logística de esta emergencia pudiera fluir.
Todos y cada uno tenemos una misión, el propósito de salvar vidas de personas como nosotros, seres con sueños simples y comunes. La lucha es válida….
22/04/2041 – 11:00 a.m.
Hace cinco años los ciudadanos de esta ciudad, de este país, de este planeta ya no tan azul, decidimos tomar medidas en contra de la muerte. Muchos no sobrevivieron, pero quienes logramos negar la extinción lo hicimos gracias al despertar de la consciencia, a la valentía de renunciar a los apegos propios en defensa del bien común. Yo como soldado público sin nombre estuve ahí, peleándole vidas al conformismo, honrando mi compromiso, curando almas, viendo la tierra germinar una vez más. Fue una utopía creciendo a rabiar, engalanando el concepto de comunidad, de bien común, de propósitos comunes, de humanidad.
Los dueños del mundo se escondieron en cavernas porque no era viable para su sentido ególatra asumir responsabilidades tras el holocausto. Pero no fue por mucho tiempo. Una vez las cosas que logramos como tribu se hicieron fuertes, estos personajes salieron de las sombras y engatusaron nuevamente a ese pueblo ávido por comprar sus burdas mentiras. Disfrazando su avaricia, abrieron de nuevo fábricas, inventaron artefactos para distraer ojos curiosos y vigilantes, se tomaron los medios, la vida de la gente asegurándoles que el placer de los sentidos era lo que necesitaban para olvidar la tragedia más grande de la historia…. Lo paradójico fue que la mayoría volvió a caer en la trampa. Los hombres somos los únicos animales que nos golpeamos dos veces contra la misma piedra…
Mi espíritu está intacto, lleno de cicatrices secas. Cada recuerdo es la confirmación de lo hermosos y patéticos que podemos ser los hombres cuando nos lo proponemos. Ahora que soy viejo, después de ver, padecer y disfrutar todo lo que pasó, me siento orgulloso de haber sido un soldado, no un sirviente; de haber servido, y no servirme de nada o de nadie… Unos cielos púrpuras plagados de muerte me recordaron lo vivo que siempre he estado.
AUTOR: FLORENTINO BORRÁS (COLOMBIA)
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Florentino Borrás: Charalá, Santander. 1956. Al igual que sus antepasados, Florentino cree en la libertad, en que los derechos no se piden sino que se reclaman, y su accionar es fiel a esa manera de pensar. Poeta con amplio trasegar que ha publicado tres libros: El origen del comunero (1986), Señora Berenice: amor sin narcisismo (1996) y Rumores de campesinos (2017). No cree en la propiedad y su frase fundamental es: «si le gusta, llévelo», cuando alguien le pide recitar un verso.