El Precio de la Felicidad

Lo encontré tirado sobre una banca del parque del barrio Pío Xll. Estaba lleno de escaras, ojos melancólicos  -siempre lo fueron-. El color de su rostro, detenido en algún estadio del infierno, se mezclaba con la inmunda tonalidad de la ropa que parecía tener puesta desde hacía décadas. Su apatía parecía consciente. No pude ser ajeno a los sentimientos de repugnancia de la gente que lo miraba sin hacerlo, sin compasión o emociones, como si de un mal augurio ubicado en el paraíso se tratara. Lo vi y lo irrespeté;…

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Duermevela

A la recepcionista del hotel le molesta mi presencia, es evidente. Por tercera vez me pregunta con tono desafiante si necesito algo. Por tercera vez le respondo, eso sí, con una sonrisa que no me cuesta fingir, que estoy bien y espero cese la llovizna para salir a fumar. “No se preocupe,” dice, “cerca de la piscina puede hacerlo, hay una zona cubierta habilitada para tal fin. Vaya para allá, señor…” A diferencia mía, aparentar simpatía le cuesta mucho. Son las dos de la mañana, su café se enfría y…

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