Jorge Gaitán Duran (1924 – 1962) – FOTO CASA SILVA
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En palabras de Juan Gustavo Cobo Borda, al parecer bastante conocedor de la poesía colombiana y sus poetas, los primeros libros de Gaitán Durán y de Cote Lamus son de los peores que se han escrito en el país. Esta reflexión que recuerdo parcialmente, fortalece esa tendencia, no sólo colombiana, sino universal, de querer publicar muy jóvenes, movidos por acicates vanidosos que, a la postre, generan escaso afecto hacia esos iniciales poemas, poco asiduos de antologías, pero sí de recopilaciones tipo “obras completas”. Y no se equivoca el crítico bogotano: hay poco de valioso en aquellos versos primerizos, más allá del algún premio recibido, bajo un ambiente bastante dictatorial, católico y conservador. Con algo de benevolencia podría decirse que desde allí empiezan a notarse “sus temas” reiterativos y, no hay tal, si fuésemos a hacer contrastes con la poderosa voz lírica del poeta cucuteño, en sus últimos libros. Vale que aparezcan temas como la muerte, soledad, deseo y, si se quiere, la nostalgia. Pero siempre han de estar matizados u ocultos en entramados del lenguaje. Pese a su corta vida, Gaitán Durán no es un poeta precoz, al menos en lo significativo.
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Sondear los pormenores de la época en que nació Gaitán Durán, años de estudio, universidad, primeros viajes, es ejecutar un viaje que se nos anuncia aburridor, poco atractivo: nuestro país de mediados del siglo pasado, atraviesa lentísimos avances en lo social, económico, literario, político. Es un estado desbordado de sedimentos y malezas, en donde priman oligarquías político- eclesiales. Es vistazo anacrónico, pese a que sólo hemos vivido un siglo más, pero las diferencias son abismales, al menos en la superficie. Esa impronta, tal urgencia ominosa de hacer parte de alguna ideología, aspirar a cargos como senador, gobernador e incluso presidente, permanece patéticamente activa en nuestro poeta y en la mayoría de sus contemporáneos, llevándolos a dudosos manejos del lenguaje. ¿Por qué ese interés, afán por el poder, acaso les era inevitable no apartarse de sitiales sociales? Tuvimos poetas en la presidencia de Colombia durante el siglo XIX, XX y candidatos a cargos públicos en abundancia: patético pero presente. No dudo en que, semejante actitud, desdibuja enormemente detalles trascendentes de aquellos anhelantes de figuraciones del régimen de uso, de imposición. Y, lo peor, es que persiste y persistirá, como apéndice –quizá- de la intrínseca vanidad en casi todos los vates.
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Sin embargo, el vistazo cronológico con respecto a la vida de Gaitán Durán: 1924-1962, permite también la mirada a décadas vigorosas de actividad intelectual en el planeta, especialmente tras finalizar la segunda guerra mundial. Personajes como Camus, Octavio Paz y cierta selectiva cantidad de poetas españoles, se allegan al bagaje de lecturas del poeta santandereano. Fulguran ismos renovadores, es notable la influencia del ensayista, poeta mexicano ya citado, Octavio Paz. El ascenso de este autor, sus ensayos y, ante todo, su bellísimo poema “Piedra de Sol”, son enormemente visibles en la obra de Gaitán Durán. Pero el talento de este último lo aleja, por supuesto, de convertirse en algún mediocre epígono de Octavio Paz; no, lo suma a sus lecturas y reflexiones, coincidiendo –eso sí- en temas como el erotismo, la reivindicación del Marqués de Sade. Décadas turbulentas en lo social, con polarizaciones exacerbadas entre el comunismo y capitalismo, extremos tristemente visibles, fastidiosos en la mayoría de los intelectuales de esos años.
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Jorge Gaitán Durán fue un viajero incansable, insaciable. Nómada de sí mismo, urgía de nuevos paisajes, aproximaciones a otras idiosincrancias, explorar al máximo, retando a la muerte como si fuese ésta su único óbice para no recorrer más. Así se hizo a espacios, a contrastes, falleciendo en lo suyo: viajando.
En medio de estos periplos, tuvo tiempo para aventurarse en la creación de revista “MITO”. El hito de esta publicación merece, de por sí, ensayo aparte. Pero es básico este capítulo, coincidirá con la edición de sus títulos más valiosos (algunos de ellos publicados en dicha revista) y su actividad política –irrelevante, al menos ahora-. Pienso que no sería equivocado barruntar que la bibliografía existente sobre “MITO” es tanto o mayor que la existente sobre su fundador. Vital pues, la asociación suya como fundador, eje esencial de esa revista, pero y lo reitero, merece estudios aparte.
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Erotismo, Muerte y Deseo como agente simbiótico, como catalizador de ambos. Tres presencias infaltables en la mayoría de sus poemas, de su escritura en general, acentuados de manera brillante en sus últimos poemarios. Tosca, casi fácilmente pudiera decirse que tanto la muerte como el deseo siempre acuden a la temática trillada de toda lírica, pero cuando ambos conceptos se cohesionan con el erotismo, el resultado no sólo genera cuanta literatura barata pudiera eclosionar, sino en deslumbrantes, desgarradores escritos. En Gaitán Durán la fuerza de estos conceptos, vigías, guías o procesos infalibles en él en cuanto a vivir, escribir, es enorme, es absorbente: le acompañará como segunda sombra hasta su fatal accidente.
De ellos, el “Erotismo” será angular a través de sus estudios sobre Sade, de quien –traducido por él- aparecerá significativo escrito en el primer número de su revista “MITO”; que, sin duda, ha debido generar una conmoción semejante a la que años después producirían los Nadaístas en Medellín. Leyendo un ensayo suyo, “EL LIBERTINO Y LA REVOLUCIÓN” (a propósito del Marqués, por supuesto), se destaca no sólo la fina prosa que empezaba a desarrollar, sino conclusiones, demoliciones de moral, sensualidad que en Gaitán Durán se aprecian contundentes: “Cuando el deseo incendia a los amantes hasta que el orgasmo los funde en un solo ser, esta experiencia completa enriquece la imaginación para que el deseo se inflame de nuevo y los junte en una más alta tensión erótica, hasta que los cuerpos canten al unísono con la palpitación del Cosmos. El erotismo es el esplendor supremo de la realidad; es el modo como la realidad imagina y como la imaginación se realiza. Es la prueba radical de que estamos en el mundo. Hablo por mí, pero también por los otros: el amor abre la puerta de lo universal”. Ahí está contenido, resumido ese derrotero vital, sanguíneo y vehemente de poeta. Hay allí frases que pudieran leerse independientes, que a su vez crean aforismos, tautologías: “El erotismo es el esplendor supremo de la realidad” …” Es la prueba radical de que estamos en el mundo” …” El amor abre la puerta de lo universal”.
Tal es, tal fue el poeta, un hombre –ante todo- en feroz lid contra el miedo, sinapismos y vulgaridad, entendiendo esta última como un desarrollo pueril del erotismo. Con esa misma contundencia se le lee en múltiples poemas, en donde quien clama por vida, pasión, se sabe, se acepta derrotado solo por la muerte, dada su capacidad de obstruir y olvidar.
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Muy bellos poemas, incuestionables en cualquier antología parroquial, local, nacional o universal, dejó escritos, publicados y vividos el exquisito lírico Jorge Gaitán Durán. Preciosos versos, incluso más actuales, vigentes que al momento de llegarle a él y anotarlos:
En “SE JUNTAN DESNUDOS”, sus primeros versos provocan inmediato placer en la lectura, asegurándonos grávida verdad del placer y desnudez: “Dos cuerpos que se juntan desnudos/ solos en la ciudad donde habitan los astros/ inventan sin reposo el deseo”
Este verso, de uno de sus poemas titulado “AMANTES”, revela ese anverso del ser una vez se ha sometido al placer, a la posesión: “Al desnudarnos descubrimos dos monstruos”.
De enorme relevancia, por inquietantes augurios sobre su desenlace, es el breve poema “EL REGRESO”, donde se leen líneas con características poco menos que proféticas: “Mejor morir sin que nadie/ lamente glorias matinales, lejos/ del verano querido donde conocí dioses”.
El poema “SIESTA”, hermoso por demás, contiene merecido epígrafe de Octavio Paz, que es, a su vez, uno de los versos de su impactante poema “PIEDRA DE SOL”. Este poema, el de Paz, es gravitante, es de esos sucesos e instantes que magnifican a la Poesía universal, sin lugar a dudas. Ejerció, ejerce no sólo influencia sino fascinación por la perfección de sus líneas, de su estructura. Gaitán Durán lo sabe y despliega su arte, no como un segundo (o tercero) del vate mexicano, sino como verdadero lírico que ha sabido asirse a la riqueza formal, amén de verbal, del grandioso poema de Octavio Paz.
Recorriendo la variada producción poética de Gaitán Durán, se topa el lector con diversas formas clásicas: dísticos, tercetos, sonetos. El soneto, sus catorce versos, dos cuartetos y dos tercetos, generalmente abrazado por rígidas rimas, no ha perdido su encanto ya en cercanías de sus mil años. Y no es gratuito que varios de los más excelsos poetas del siglo XX (mencionando a pocos, desafortunadamente) lo intentaron, lo escribieron con éxito, delegando al tiempo singulares poemas. Los leemos en César Vallejo, Antonio Machado, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Miguel Hernández, Federico García Lorca, etc. Gaitán Durán no lo fue menos, posiblemente no en cantidad, pero sí con enorme talento, dejándonos varios, entre ellos uno que, a riesgo de padecer frenesí emotivo, no dudaría en calificar como el más hermoso que se haya escrito en Colombia: “SÉ QUE ESTOY VIVO”. Todo este soneto es exaltación del amor, luz, vida, placer. Están allí palabras íntimas, cercanas, inseparables del poeta: día, olor, deseo, amor, fiesta, muerte. Es magnífico retrato y a la vez descripción o ejercicio del acto vivencial de confesión: vivo, disfruto, amo y recuerdo a la muerte: “Siento el sudor ligero de la siesta. / Bebemos vino rojo. Esta es la fiesta/ En que más recordamos a la muerte.”
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Fallece Gaitán Durán en 1962, contaba apenas con treinta y ocho años. Dos años antes había muerto uno de sus autores capitales, Albert Camus. Eduardo Cote Lamus, amigo y compañero, es quien lo despide para morir, también accidentalmente, dos años después. Es un sino trágico el de varios de los poetas que algunos llaman de la generación “Mito” y/o “Cuadernícolas”, pues a otro de los vates de dicha generación, Carlos Obregón, igual le acaece muerte accidental. Singulares, macabras coincidencias. Por supuesto que la desaparición de Gaitán Durán produjo sinnúmero de expresiones luctuosas, entre ellas (bellamente expresadas), las de Vicente Aleixandre, Luis Cardoza y Aragón y del mismo Octavio Paz. Vale, no deja de ser terrible que varios de los más singulares líricos nacidos en este país hayan sufrido desenlaces desafortunados. Dejó truncas, fallidas obras que se prefiguraban maravillosas e incisivas en medio de nuestra mediocridad impenitente. Con él van desapareciendo atípicas imágenes de escritores comprometidos con la intelectualidad mundial, espectadores agudos, analíticos de diversas corrientes del pensamiento y literaturas sin fronteras, sin aprehensiones nacionalistas. Ese maravillo retrato que suele trazarlo con su pipa, avidez de lector, habitante sin fronteras territoriales o mentales, es el que va quedando, sobreviviendo al tiempo y sus ahora generaciones insensibles…
AUTOR: RAUL MEJIA RESTREPO (COLOMBIA)
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Raul Alberto Mejía Restrepo, Nacido en Medellín, 14 de julio de 1963. Mi nombre completo es Raúl Alberto Mejía Restrepo. Dado lo extenso del nombre, a veces aparezco con él completo, también como Raúl A. Mejía Restrepo, Raúl A. Mejía o, sencillamente, Raúl Mejía. Sin embargo, el nombre importa nada o casi nada, no lo expreso por falsa modestia o sencillez ridícula, pero me es irritante que el escritor enfatice vanidosamente su nombre: lo importante es el libro, lo otro es circunstancial. Trabajé como docente, intenté aprender idiomas, avancé en el inglés y fracasé en el francés. Queriendo leer al poeta Georg Trakl en su idioma, procuré aprender el alemán, pero no fui capaz: vaya mediocridad. En el año 1998 apareció mi primer libro en modesta edición, la misma que llevé -junto a otros poemas- al fondo editorial de la universidad Eafit , en donde me publicaron el libro «PARA FESTEJAR EL SILENCIO», año 2000. No sé si aún se consiga. Volví a intentar hacia el año 2014 con mi Alma Mater, la Universidad de Medellín y allí apareció mi libro «UN GRATO DESFILE DE NUBES», del cual, supongo, puedan haber por ahí algunos ejemplares. Desde el año 2017 he venido haciendo auto publicaciones en tirajes bajísimos, siendo el mayor de cien ejemplares y los últimos de treinta: ¡somos muchos y como en la canción: «no hay cama pa´tanta gente! Dichos ejemplares los he donado a contados conocidos y los demás entregados en varias bibliotecas locales. Cuento con poquísimos libros, a lo sumo el personal. Aparecen dos libros digitales, uno en la página del escritor Víctor Raúl Jaramillo y el otro en la página del escritor Zeuxis Vargas, conocido ahora como Akenaton Varxis. Otras colaboraciones en diversos blogs.
Cuento con página en Facebook, pero no soy afín a tener contactos. Aparezco como Raúl Mejía.
El texto sobre Kafka, estupendo. Siempre este gran escritor eterno. El tiempo lo engrandece mas..