La literatura es un campo bendecido para la creación de imaginarios, de conceptos que trascienden lo personal para volverse poderosos mantras cuyo eco depende de la garganta que los desperdigue. Esa es su esencia, su karma repetido cada día desde que el hombre aprendió a comunicarse. La maldición de quien le entrega el fuego a los hombres, Prometeo es quien escribe con la verdad como escudo y su infierno, por impertinente, es ser él mismo por la eternidad.
En la creación, lo que para unos es apropiado, otros lo asumen como deficitario; para unos la cantidad no es indicador de calidad y para otros, la producción en bruto es un gran negocio, el edén que se palpa. Otra verdad de a puño: cada uno es un mundo de opiniones; lo que hace la diferencia es cómo se vende a la gran masa.
Raúl Alberto Mejía Restrepo (Medellín, 1963), colabora en este tercer número de la Revista Escritores Rebeldes, con dos ensayos en los que analiza aspectos relevantes de la vida, obras y estrella del creador colombiano Jorge Gaitán Durán y del mítico escritor checo Franz Kafka.
Resultado de estas visiones, independientes, cortantes, dulce veneno para quien romantiza el oficio, acertadas y compartidas en su mayoría por este servidor, fueron insumo suficiente para que la redacción decidiera escudriñar algunos conceptos de Raúl, a través de una entrevista que le agradecemos, y a continuación, dejamos para que la lean, comenten y compartan:
(E.R.) Raúl, leyendo sus ensayos, buscando en las biografías de Gaitán Durán y Kafka, leyendo, como es obvio, algunos de sus poemas y relatos, se intuye una suerte de premonición trágica, un dolorcito y una despedida entre líneas. ¿Acaso los autores que nos describe en sus ensayos son, en el fondo, la poesía que escribieron? ¿Fue su destino fatal la obra en sí?
(R.M.) Recién he vuelto a retomar la lectura de «El Castillo» de Franz Kafka. Dicha edición cuenta con un sinnúmero de citas, comentarios y alusiones no sólo sobre esa obra, sino con respecto al autor: ¡difícimente hay un narrador del siglo XX más citado, estudiado y comentado! La bibliografía de aproximaciones a su obra rebasa y por mucho a lo que de Kafka se conozca en cuanto a su producción literaria. Y es que en «El Castillo» se vive, se siente esa atmósfera de complejidades abstrusas, de diligencias y dificultades burocráticas ampliamente narradas por el escritor en sus cartas. No sé si pudieran definir sus novelas o relatos como autobiográficos; es evidente que todo escritor deja mucho de sí en lo publicado, pero y asumiendo el impactante humor negro de Kafka, su escritura pudiera tomarse como catarsis. En su época y tristemente, la tuberculosis todavía era fatal, de ello muere.
A propósito del poeta colombiano Jorge Gaitán Durán, uno de sus «leit motiv» fue la muerte: vale, lo es para cada uno de nosotros. Tuvo la fortuna, valga la redundancia, de ser hombre de «fortuna» en cuanto a condiciones económicas. Ello le permitió, sobre todo, viajar. Fue hombre muy vital, encantado con la vida, lo existencial. Pienso que, en esos casos, la alusión a la muerte resulta en el paradigma del «Némesis», del opuesto, del contradictor fulminante. Su alusión a ella no peca de síntomas macabros, sí de lo inminente.
(E.R.) ¿Qué concepto tiene de los poetas colombianos de inicio y mitad del siglo XX: Gaitán Durán, Arturo, De Greiff, Vidales, Charry Lara, y todas esas generaciones nacidas y levantadas entre dos guerras mundiales y la eterna violencia colombiana?
(R.M.) Colombia es, ha sido y será un «País de Poetas», pero desde lo peyorativo. ¡Qué cantidad desde siempre, qué exceso de vates y qué pocos a fin de cuentas! Es complicado, es subjetivo e incluso muy cruel expresar algún listado de los que cada quien, en este caso yo, considere «buenos, mejores o únicos poetas» colombianos. Esos adjetivos calificativos son, a la postre, descalificativos e hieren susceptibilidades. Tantos se han ganado inquinas al decidirse por tal o cual: te detestan si omites a «X» por agregar a «Y», etc. Con absoluta honestidad y asumiendo consecuencias, diría que en Colombia tenemos a tres poetas capitales: José Asunción Silva, siglo XIX. Aurelio Arturo, mediados del siglo XX y José Manuel Arango fines del siglo pasado. ¿No más? Obvio, hay más, varios los anotas en la pregunta. Imperdonable no citar a De Greiff, Gaitán Durán, Cote Lamus, Amílcar Osorio, Raúl Gómez Jattin …
Hemos sido un estado turbulento, hastiado de guerras civiles, violencias, patetismos crueles. No siento, en verdad, que ambas guerras mundiales hayan incidido en la gigantesca violencia nacional y no mucho en sus aedos. No lo percibo tanto; sin embargo, es más un asunto para la sociología o la historia.
(E.R.) La poesía está viva hoy en el espectro literario colombiano? ¿Pierde ante los libros de autoayuda, de jugos sanadores y biografías de mafiosos?
(R.M.) Lo dicho, más para mal que para bien, la eclosión de poetas en Colombia es inexplicable, no sé hasta cuándo seguiremos siendo ese ominoso «país de poetas». Desde hace rato y que lleguen al tablero los «expertos», aquí cada quien se cree, se siente, se auto percibe liróforo. ¿Respetable? Es un lío, se asemeja al pavoroso surgimiento de decenas o cientos de cantantes de reguetón, ¿todos con talento? ¡Ah de camorras que he tenido, de diatribas recibidas y enviadas al criticar tamaña epidemia de poetisas, poetisos de ocasión! Le confieso que estoy cansado de pelear y, peor, al reconocerme -después- tonto e incapaz ante semejante desastre. «Muy viva la poesía en Colombia», oh sí, pero no en calidad, sólo cantidad. Vale, que desde el crecimiento exponencial del internet, redes sociales, facilidades de divulgación, la publicación de poemas se ha vuelto tan común como flemas durante el Covid 19. ¿Qué decir sobre libros de autoayuda? ¡Caray, jajaja! Es una invitación para mis demonios: los detesto, los desprecio, son basura.
(E.R.) ¿Su escritura sigue algún derrotero, una línea o influencia?
(R.M.) Derroteros siempre los hay, ojalá bien planeados. Empero, tras décadas de intentar o enfrentarse a la página en blanco, se allegan textos un tanto previsibles en la medida de persistir sobre idénticas temáticas. Hay quienes tienen feroces disciplinas de escritura, yo no, lamentablemente. Aún así, por supuesto, géneros como el ensayo o ficción urgen de cierta planeación, es sospechoso que produzcas numerosas cuartillas en prosa de una vez.
(E.R.) ¿Sus temáticas obedecen a fines netamente personales o tiene en cuenta las preferencias de sus lectores y de mercado?
(R.M.) Al ser en la práctica un sujeto bastante anónimo, llegando tardíamente al «público» (mi primer libro, modesto a morir, lo publiqué a los treinta y cinco años), pensaba poco o nada en el complejo «mercado» editorial. Usted lo sabe, lo sé, lo sabemos: el sector editorial está enmarcado en un ambiente netamente comercial, de favores, concursos sospechosos, prebendas y, resumiendo, en la coloquial «rosca». No hay que pensarlo mucho, las grandes editoriales nunca o casi nunca se la juegan por los, digamos, «desconocidos». So, quedan escasas alternativas: concursos, acudir a editoriales de universidades, becas de creación o autopublicar. Es cuestionable, pero admito que, de una u otra forma, todo escritor posee «fines netamente personales», como se expresa en la pregunta.
(E.R.) ¿Se encuentra con nuevos autores a través de internet? ¿Le parece un medio válido? ¿Sirve para que la difusión se dé o cree que afecta la calidad?
(R.M.) ¡Hombre!, basta quedarse en Facebook y toparse con miles, ¡miles de escritores! Hay grupos, bastantes grupos de (y sobre todo) Poesía, versificadores de aquí, allá, allende … A veces los contactas, a veces participas y la mayoría de las veces te mandan o los mandas al demonio. La susceptibilidad ante la crítica es inconmensurable. Pero es válido; de hecho, (en el caso mío) me he topado con mujeres y hombres de talento, atractivas escrituras. Creo que es asunto perdido o devastador entrar a criticar la irrefrenable difusión de poemas a través de las redes sociales, ya no es ni siquiera pelea del Quijote contra molinos de viento. Es un hecho, ya se posicionó tal fenómeno. Supongo que es sensato admitirlo y sondear aquello que te agrade. ¿Calidad? Que entre el diablo y escoja, me siento desgastado al haber vivido innúmeras discusiones: es tremendo, te enferma.
(E.R.) Al ser conocedor del tema literario y poético como docente y escritor, ¿cómo ve la actualidad de nuestras letras nacionales? ¿Hay espacio para el optimismo?
(R.M.) Vaya pregunta, de alguna forma está implícita en las anteriores. Fui docente durante veinte años, es bajísimo el nivel de lectura y peor aún el de escritura desde los estudiantes, también en los profesores. La «actualidad de nuestras letras» es lo ya expresado: perviven aquellos «afortunados» por truculencias como favores o merecedores de cuestionables concursos o convocatorias. Hay mucho egoísmo, mucha envidia, recelo. Ahora, no quiero ser un pesimista radical, tenemos bastante talento, no se escribe mal en Colombia: tras luchas y disciplinas, contamos con valiosos autores. No soy optimista en prácticamente nada.
(E.R.) Raúl, en un escenario de “reseteado” extremo lo invitan a decidir qué hacer en la vida: ¿docencia o la creación literaria? Solo puede escoger uno y por qué lo escoge.
(R.M.) ¡Jajajajajajajaja! La pregunta del millón. A ver, en aras de la honestidad -tan inexistente- si pudiera «resetearme» me dedicaría a esos otros «amores» de adolescencia: la Química o la Astronomía. Claro que, ante la contundente pregunta y decisión, escogería la «creación literaria». ¿Por qué? mmm … Sinceramente NO fui buen docente y, tal vez, sea un pésimo escritor, salvo que esto último, sea o fuese evidente, lo resolvería el tiempo.
(E.R.) Recomiéndenos tres libros que no podemos perdernos.
(R.M.) Obra poética completa de Georg Trakl.
Obra poética completa de Antonio Machado.
«El Gran Gatsby» de Francis Scott Fitzgerald.
(E.R.) Un saludo para los lectores y amigo de Escritores Rebeldes.
(R.M.) Estimados lectores:
Siempre debemos ser agradecidos y honestos, más allá de improntas religiosas o ideológicas. Para la escritura y sin importar lo cliché del consejo o consejos, es vital la lectura, la corrección y la sensatez. La crítica objetiva es tan complicada como la subjetiva: sin importar, atrévete con cualquiera de ellas; igual, es el tiempo quien da la última palabra.
Reseña bio – bibliográfica de Raúl Alberto Mejía Restrepo
Nacido en Medellín, 14 de julio de 1963. Mi nombre completo es Raúl Alberto Mejía Restrepo. Dado lo extenso del nombre, a veces aparezco con él completo, también como Raúl A. Mejía Restrepo, Raúl A. Mejía o, sencillamente, Raúl Mejía. Sin embargo, el nombre importa nada o casi nada, no lo expreso por falsa modestia o sencillez ridícula, pero me es irritante que el escritor enfatice vanidosamente su nombre: lo importante es el libro, lo otro es circunstancial. Trabajé como docente, intenté aprender idiomas, avancé en el inglés y fracasé en el francés. Queriendo leer al poeta Georg Trakl en su idioma, procuré aprender el alemán, pero no fui capaz: vaya mediocridad. En el año 1998 apareció mi primer libro en modesta edición, la misma que llevé -junto a otros poemas- al fondo editorial de la universidad Eafit , en donde me publicaron el libro «PARA FESTEJAR EL SILENCIO», año 2000. No sé si aún se consiga. Volví a intentar hacia el año 2014 con mi Alma Mater, la Universidad de Medellín y allí apareció mi libro «UN GRATO DESFILE DE NUBES», del cual, supongo, puedan haber por ahí algunos ejemplares. Desde el año 2017 he venido haciendo auto publicaciones en tirajes bajísimos, siendo el mayor de cien ejemplares y los últimos de treinta: ¡somos muchos y como en la canción: «no hay cama pa´tanta gente! Dichos ejemplares los he donado a contados conocidos y los demás entregados en varias bibliotecas locales. Cuento con poquísimos libros, a lo sumo el personal. Aparecen dos libros digitales, uno en la página del escritor Víctor Raúl Jaramillo y el otro en la página del escritor Zeuxis Vargas, conocido ahora como Akenaton Varxis. Otras colaboraciones en diversos blogs.
Cuento con página en Facebook, pero no soy afín a tener contactos. Aparezco como Raúl Mejía.
Equipo de Redacción – Escritores Rebeldes