DOS APORTES CORTOS PERO SUSTANCIOSOS
Por: José Luís Rendón C
Correo electrónico: al.paraiso56@gmail.com
1.
A “Phishing” lo parieron después

El hecho de que corra la cortina sobre mi analfabetismo informático, no quiere decir que no pueda sobrepasarme divagando sobre plataformas. Apple, Microsoft o Google, como gigantes tecnológicos, son males necesarios de los que echa mano la humanidad en su vertiginoso y loco desboque hacia el tope de la sapiencia mecánica. Son imprescindibles. Hay hecatombe cuando se caen. No existirían más pasos adelantados en el mundo si se evaporan. La inteligencia artificial (IA) está servida como plato fuerte de los habitantes del planeta.
A Mariíta Hurtado, una de las pueblerinas más queridas de su generación en mi pueblo, la inteligencia artificial le habría producido pánico. Hoy, si acaso, a nosotros nos pone a abrir la boca o a descrestarnos con lo que nos va llegando a los dispositivos tecnológicos. No hace muchos años no se hubiera imaginado el mundo un iPhone, un IPad, un archivo en la nube, una plataforma digital o un “Phishing”, práctica pícara de los ciber hampones que suplantan la identidad de gente decente.
En tiempos Mariíta, entre hondonadas y sementeras, para multiplicar, dividir, restar o calcular, solo se requería lápiz, papel, y borrador. Con la IA de la contemporaneidad, en cambio, solo basta con un “clic”. Quién iba a pensar ayer que tomaríamos “aguapanela” “on line” o beberíamos café por zoom o haríamos muecas por WhatsApp.
Las razones, mensajes y anuncios se transmitían de otra manera. Se escuchaban en la orilla opuesta de un río o quebrada por gracia del eco como destellos del sonido. La divulgación de las noticias veredales se hacían juntando las palmas de las manos, como si se fuera a orar, formando un medio círculo geométricamente imperfecto que quedaba convertido en potente altavoz cuando se transmitían recados, invitaciones o noticias.
El sitio de transmisión de este megáfono de huesos era cualquier barranco alto de una colina porque facilitaba el retumbo de los mensajes los cuales se oían al otro lado de la quebrada en los ranchos del cerro de enfrente. Las razones se regaban como el olor fresco de las boñigas de las vacas o como el canto de los gallos que corrían de un cerro a otro en busca de otros gallineros.
Esas transmisiones eran montañeramente estelares, sin dispositivos inalámbricos y con los penachos de humo blanco que salía de las chimeneas sirviendo de antenas en el aire. Mariíta Hurtado hubiera enloquecido con solo imaginar que una máquina sería inteligente. En todo caso, no estamos a salvo aún. Mariíta hubiera dormido con miedo. Esos hombres mecánicos tan inteligentes nos sacaron del mundo de serenidad en que estábamos.
2.
Yeguas, más contribuyentes que déspotas

La madre pasta en el potrero. Se trata de una yegua, una hembra resuelta. A su lado, esquiva, apacentándose también, la mulita, que a tan solo algunas horas de su alumbramiento aprende rebuznos, pedorreras y transparencia. Yegua y mulita en las trochas pantanosas de Colombia. Antes fueron el alma de intrépidos arrieros, que como mozos de las recuas mantenían los pies callosos con mugre y barro entre las uñas.
Distinto de la inmundicia de la corrupción desbordante en el país del momento. Los saqueadores de la nación tienen pezuña por cabeza y depositan sus boñigas sobre la parte torpe del país que los llevó hasta las pesebreras del poder. Se sienten como ungidos por los dioses.
Los arrieros de abolengo, eran otra cosa, insobornables y respetuosos, no solo respetaban a sus semejantes sino a los cuadrúpedos, a las siembras y al perro. Su oficio era decoroso. Al salir, se santiguaban e invocaban con reverencia extrema a su Altísimo. Las bestias de hoy también son otra cosa. Corrupción al trote para quedar fuera de sí en Costa Azul como patio trasero, yates privados, jet privado, vuelos chárteres y «puttanas moll», como decía mi tío desde que estuvo en Verona. El olimpo de la podredumbre es su hábitat. Toda una supersónica carrera para fantasear aristocracia, cristalizar enriquecimientos y cabalgar en la opulencia.
Entre tanto, el pueblo sometido y usado como manivela con vatios recargados para que apure ese galope ebrio y desbocado. A muchos nos duele el país que, como recua mansa, pareciera convertido en la gracia del régimen cuando la lucha por la que despierta es por laboriosidad y la dignidad.
El bálsamo para no perder el seso, podría estar en entremeterse en las reminiscencias de aquellas madres coquetas del potrero. O gobernar con ellas mismas, con las yeguas. Dan ejemplo de nobleza y dignidad y no enseñan borrachinamente los cascos entre salones encortinados. Lo que deberían aprender los corrompidos, pero en plazas públicas, es enseñar las posaderas lo que más puedan para mostrarle a la nación contribuyente que están libres de toda boñiga y cagajón.
AUTOR: JOSÉ LUIS RENDÓN (COLOMBIA)
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José Luís Rendón C. Nació en el Municipio de Argelia (Antioquia) – Colombia.
Titulado como Profesional en Comunicación Social. Ha sido corresponsal de prensa alternativa independiente, cronista, periodista y locutor de radio. Cuentos: LEOCADIA, obra ganadora del primer puesto del concurso de cuento “Carrasquilla Íntimo” convocado por El Colegio de Jueces y Fiscales del departamento de Antioquia-Colombia y publicado en la revista Berbiquí. Cuento: EL MONSTRUO DE LA PLATANERA (inédito).