La búsqueda del conocimiento es un viaje fascinante que, a lo largo de mi vida, he emprendido a través de diversas experiencias como talleres de escritura, clubes de lectura y talleres de actuación. Estas actividades han sido para mí una suerte de laboratorio personal, donde he experimentado con diferentes formas de expresión y he explorado las complejidades del arte y la comunicación. Sin embargo, cuanto más me sumerjo en este viaje, más claro se vuelve que mi conocimiento es limitado, y como afirmó Sócrates, «solo sé que nada sé».
Participar en un taller de escritura me ha enseñado la importancia de la síntesis, la habilidad de destilar ideas complejas en palabras precisas y significativas. A medida que pulía mis habilidades narrativas, me di cuenta de la vastedad del conocimiento que aún me eludía. La literatura es un vasto océano de perspectivas y mundos, y cuanto más leía, más consciente era de la inmensidad de lo que aún no sabía.
Los clubes de lectura, por otro lado, me brindaron la oportunidad de sumergirme en discusiones profundas con otros apasionados por la lectura. A medida que compartíamos nuestras interpretaciones, descubrí nuevas capas de significado en las obras y, al mismo tiempo, reconocí la subjetividad inherente a la interpretación. Lo que era evidente para algunos, resultaba un misterio para otros, recordándome que la verdad es a menudo relativa y sujeta a la perspectiva individual.
En los talleres de actuación, experimenté la transformación y la empatía al ponerme en el lugar de los personajes. Aprendí que cada individuo, ficticio o real, tiene una historia compleja y única. Esta revelación, lejos de agotar mi sed de conocimiento, solo la avivó. Cuanto más entendía sobre los demás, más consciente era de la profundidad de mi propia ignorancia.
Mi búsqueda no se limitó a la esfera artística; también me aventuré en la búsqueda espiritual. Sin embargo, descubrí que incluso en la contemplación y reflexión más profunda, mi comprensión es limitada. Como aprendiz espiritual, me di cuenta de que cada respuesta que encontraba generaba más preguntas. La espiritualidad, al igual que el conocimiento artístico, se revela como un vasto territorio donde siempre hay más por descubrir.
En resumen, mi viaje a través de talleres de escritura, clubes de lectura, talleres de actuación y la búsqueda espiritual ha culminado en la síntesis de una verdad fundamental: «solo sé que nada sé». Esta afirmación de Sócrates resuena en cada aspecto de mi vida, recordándome humildemente que, a pesar de mis esfuerzos constantes, la vastedad del conocimiento y la sabiduría sigue siendo inabarcable. En este viaje continuo, abrazo mi papel de eterno aprendiz, reconociendo que la belleza está en la búsqueda misma, en la constante exploración de lo desconocido.
AUTOR: LUIS ALFONSO PÉREZ PUERTA (COLOMBIA)
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Luis Alfonso Pérez Puerta. Nací en Chigorodo, Antioquia, un primero de diciembre de 1961 y vivo en el barrio de Belén, Medellín. Cerca al Parque Biblioteca, mi templo.
Hice parte del Taller literario Aquileo, y espero continuar en 2024, de igual manera en el Club de lectura Abraxas.
Tengo unos poemas en el Árbol libro IV: Antología de los talleres literarios de las Bibliotecas Comfenalco, 2003, con el apoyo de la Alcaldía de Medellín, Corporación Región y AsoBelen. Además tengo unos cuentos, poemas y ensayos breves publicados en el periódico el correo.com.
Gracias Luis Alfonso, ls busqueda incansable te va mostrando comonbien llamas al ensayo, quw el conocimiento es importante y la base parabir destilando Sabiduria como bien decia el mistico » la sabiduria es conocimiento aplicado»