De Cuba Llega una Escritora Cargada De…

“Deben ser ideas mías”, pensé de inmediato, pero a la mañana siguiente se repitió el mismo ritual, solo que esta vez, ella sujetó mi brazo al acercarme a su espalda y se quedó aferrada a él, apretándolo más fuerte de vez en cuando, hasta que terminó el viaje.

Me fui a la casa pensando en el calor de sus manos y la esperé al día siguiente en la parada, pero no fue. Tampoco el domingo. Comprendí que los fines de semana tendría que vivir sin el perfume que dejaban sus cabellos cuando los movía con toda intención delante de mí.

El lunes subí a la guagua antes que ella y me quedé arrinconado en una esquina, fingiendo que no la miraba. De soslayo pude ver que sonreía mientras se acercaba a mí y pegó sus pechos a mi espalda. Por la dureza de sus pezones comprendí que no llevaba sostén y pude imaginarlos intentando romper la blusa. ..»

FRAGMENTO DE «LA MUCHACHA DE LA GABARDINA ROJA»

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